Namaste Colombia: Gabo y la India

 

Alejo Carpentier en su famoso prólogo en “El reino de este mundo”, acaba con una pregunta declarativa, ¿pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso? Lo real maravilloso sin duda se relaciona con el mundo maravilloso del continente Americano. Pero, no hay que olvidar que  la imaginación de este continente en el entorno occidental tiene su raíz en la misma imaginación que el occidente tiene de la India. No va en vano el hecho de que El Almirante declarase pisar al suelo indio al llegar a América, lo que por siguiente convergerían las ideas del occidente sobre América y sobre la India. Este entrelazo imaginario todavía no se ha estudiado a su proporción de la plenitud. 

Para despejar al aire voy a estrechar sobre uno de los países más conocido de las Américas para nosotros, Colombia, y  el colombiano más grande del siglo XX Gabriel García Márquez. Sin lugar a duda, Gabo y sus historias mágicas son productos más conocidos desde Colombia. Cuándo tuvimos que leer “Cien años de soledad” para nuestra asignatura en letras hispánicas en la Universidad Nehru de Nueva Delhi, yo tuve tres versiones en mi mesa; española, inglesa y por supuesto la de hindi. Yo tenía un sentimiento muy cercano a esta obra. Al pertenecer de un pueblo rural y una familia ganadera, los supuestos relatos mágicos resultaban cotidianos, con la diferencia de que habían pasado por la mano de un fino creador de relatos. 

La diferencia estaría en que todavía Melquíades no ha llegado a nuestro pueblo para declarar que la tierra es redonda como una naranja. Pues, perdí muchas notas en la clase al contar lo que yo creía que contaba Gabo en Cien años de soledad. Eran diferentes las maneras en que la profesora quería que yo entendiera, y en la manera en que yo entendía. Pero es cierto que Gabo nos convierte en Gabos y cada cual revive su vida según su experiencia de las realidades. 

La figura más conocida del mundo literario contemporáneo de la India, Salman Rushdie, en homenaje al Nobel colombiano escribe en The New York Times con un título muy pertinente, “Magic in Service of Truth”, y explica el enlace entre el mundo suyo y el mundo de Gabo. 

“Cuando leí por primera vez a García Márquez yo no había visitado a ningún país de América del sur. Sin embargo, en las páginas de su obra encontré una realidad bien conocida desde mi propia experiencia en la India y Pakistán. En ambos lugares existían y aún existe el conflicto entre las ciudades y los pueblos, y una enorme disparidad entre los ricos y los pobres, entre poderosos y débiles, entre los grandes y los pequeños. Ambos son lugares con una marcada historia colonial, lugares donde la religión tiene su importancia, donde Dios está vivo, e infortunadamente también los divinos. Conocí los coroneles y generales de García Márquez, o al menos sus equivalentes indios y pakistaníes; sus obispos son mis mulás, sus calles de mercados mis bazares. Su mundo era el mío, traducido al español…”.

Su mundo era el mío…esa declaración de Salman Rushdie para el mundo de García Márquez no es una declaración cualquiera, por lo menos para muchos de los escritores hindúes de las denominadas lenguas vernáculas y regionales quienes pertenecen de un mundo similar a Macondo. En la provincia más mágica del sur de la India, Kerala, que cuenta con un ambiente cálido como el Caribe colombiano, Garcia Márquez se lee como un escritor malyali, así declaran mis compañeros de la universidad en Hyderabad. Aunque no le leen en español le han inventado en su propio idioma con una plenitud de traducciones, versiones y adaptaciones. Gracias al nivel avanzado de educación y el conocimiento de inglés, la magia colombiana llega desde muchos rincones. Allí tienen su propio Gabriel Gracia Márquez en el autor O.B. Vijayan que escribió en 1969  la famosa obra “La historia de Khasak” en su lengua materna malyali y luego tradujo al inglés en 1994. Khasak es el Macondo de Kerala. 

Sin embargo, el Macondo más conocido quizás de la India sea el pueblo mítico Malgudi fundado por R. K. Narayan en su obra Swami and Friends en 1935. Casi todas las obras de R.K. Narayan giran entorno a Malgudi, como giran las historias de Gabo alrededor de Macondo. Nosotros tenemos Macondo en todos los lados. El ex-embajador de la India en varios países hispanoamericanos, Rengaraj Viswanathan, tiene mucho sentido cuando titula su libro basado en su trayectoria en América, “Malgudi to Macondo: Journey of an Innocent Indian Through Seductive Latin America” y nos dirige hacia los entrelazos a través de nuestros mundos maravillosos que laten con el mismo ritmo y que nos acercan cada vez más. 

Amitabh Ghosh, el escritor prolífico hindú, cuando habla de una casa de un amigo suyo en Delhi, una casa desolada, solitaria, grande y excéntrica, menciona cómo sus amigos la habían otorgado la palabra Macondo para ella. 

Gabo tiene un gran impacto en la literatura hindi, mi lengua materna, hay gabófilos destacados en esta parte norte de la India,  los que en la mítica ciudad de Benarés, situada a la orilla de Gangés, en la universidad de BHU habían organizado una conferencia al homenaje a Gabo. 

 

Las amistades de Gabo 

Gabriel García Márquez siempre disfrutó de grandes amistades y en la India tuvo entre sus amistades nada menos que la figura política más temida de todos los tiempos, Indira Gandhi. Era hija del primer dirigente de este gigante país, Jawaharlal Nehru y había crecido en lo más alto cumbre de la sociedad. Cuenta Gerald Martin en la biografía del Nobel que cuando Indira Gandhi asistía a la ceremonia funeraria de Brezhnev en Moscú en 1982, estaba leyendo “Cien años de soledad” y así lo contó a Fidel Castro para que invitase a su amigo a la India. Y así fue. 

Cuenta esa famosa llegada Jordi Joan Baños, periodista español que vivió en la India durante una década, y llegó a conocer a Santiago Gamboa, quien le había contado este hecho. Fidel Castro pasó por París para recoger a Gabo rumbo a Nueva Delhi para asistir a la séptima cumbre de NAM (el Movimiento no aliado) en 1983. Por fin llego el avión al aeropuerto de la fuerza aérea de Palam en Nueva Delhi, y Gabo se quedó sentado esperando que se acabara la recepción oficial de Fidel, pero Indira Gandhi, quien esperaba a Gabo, preguntó con ansiedad, ¿Dónde está García Márquez? Se conocieron, y Indira propuso que Gabo hiciese un viaje a todo el país para conocerlo, pero esta amistad acabo en un final trágico. Dos guardaespaldas sikhs en la venganza de la toma de su sagrado templo en Amritsar por el ejercito indio durante el movimiento separatista militante de khalistan, dispararon a Indira y la mataron. A su paisano Santiago Gamboa, cuenta Gabo con lágrima, “…luego no he querido volver a la India.” Esa Indira en palabra de Gabo, parecía que era de su pueblo natal Aracataca.

 

 

Aunque la amistad de Gabo con Indira no duró, su familia heredó el afán de leer a sus relatos. Esto lo cuenta Natwar Singh, un político del mismo partido a quien Sonia Gandhi, la nuera de Indira, le había recomendado leer a Gabo. Y no se sorprende que la nieta Priyanka Gandhi durante una campaña para la elección de su madre pretendiera citar a Gabo en lo que en realidad era una falsa carta de despedida otorgada a Gabo, que circula por Internet, y el poema de Johny Welch. Este error cómico pero serio nos cuenta una historia mágica de una semilla de amistad que Gabo había plantado en el año 1983 junto con la abuela de Priyanka, India Gandhi ¡Qué bonito y mágico!

El vinculo de García Márquez con India es corto y distante pero es potente. Tan potente que durante el simposio inaugural del archivo de Gabo en Harry Ransom Center de la Universidad de Texas, celebrado el 28-30 de octubre de 2015, invitan a nadie menos que a Salman Rushdie, el escritor hindú, para dar el discurso de la apertura del archivo. Parece que el gitano Melquíades de origen hindú ya había escrito en el pergamino el destino de Gabo, que vendría un hindú para dar el discurso de su homenaje porque los dos eran del mismo mundo.